Fin de semana completo.
Viernes: conferencia sobre la influencia de las ondas electromagnéticas en los mecanismos de orientación de las apoideas. Fusco conmigo.
Sábado: reunión de la comunidad de propietarios. Se trata la propuesta de colocación de un reemisor de telefonía móvil en la azotea. Fusco y yo pensamos en las abejas y votamos en contra.
Domingo: yo me voy en bicicleta. Fusco prepara unas chuletas, dos botes de tónica, una peonza y una manta y se va al río a vaguear la tarde mientras me espera y espera los resultados de las elecciones francesas.
De regreso a casa, nos encontramos con una novia de adolescencia. Hace dieciséis años que no la beso. Fusco olfatea.
- ¿Qué has hecho en todo este tiempo?
- No mucho; ya ves - señalo a un Fusco distante.
- ¿Me amaste?
- Con intensa devoción.
- Yo a ti no. Ha merecido la pena esperar para decírtelo en persona.
Y colocando unas enormes gafas de sol sobre su helénica nariz, se da media vuelta provocando una huracanada corriente de aire cargada de subyugante olor a perfume de pensamientos y violetas.
- ¿Crees que ha dicho la verdad, Fusco?
- Exactamente en la misma medida en que tú no le has mentido - sonríe - Anda, vamos a casa, y recoje el ego que se te ha caído junto al zapato.
Nada más entrar, Fusco enciende el televisor. Yo pienso.