miércoles, marzo 14, 2007

Rutas reiteradas





A pesar de las tormentas políticas que asolan el país y por encima de los efectos del cambio climático, cada tarde Fusco y yo, salimos a pasear y de paso a tomar unas cañitas.

Desde hace unos días, Fusco se empeña en repetir la ruta en la que encontró una atractiva y enigmática perra mestiza.

- Me temo que el amor guía tus pasos...

- Puede, pero creer que lo he encontrado es lo que realmente me hace feliz.

Y cruce tras cruce, semáforo tras semáforo continuamos nuestro periplo al tiempo que la cola de Fusco señala la Luna.

lunes, marzo 12, 2007

Referencias cósmicas







- Fusco, ¿por qué estás siempre observando a tu alrededor?

- Porque quiero saber qué soy.

jueves, marzo 08, 2007

Elegancia callejera





Caminamos por la calle y a Fusco le da por ir a saltos para no pisar las juntas del pavimento de la acera. Se acerca una pareja y él hace un comentario en voz baja, aunque no tanto como para que yo no le oiga (de Fusco no digo nada; ya sabéis como anda de oído).


- ¡Dios, que perro más torpe!

Fusco me mira, guiña un ojo y me dice:

- Que barato es el precio si la crítica es el pago para ser uno mismo.


Y entonces yo me uno a él, y saltando nos alejamos entre la gente.

miércoles, marzo 07, 2007

Tormentas de interior




Desde niño soy un lector apasionado de las aventuras de Tintín y su increíble perro Milú.
Fusco, a diferencia del perro belga, le echa mucha cara.
Habla mucho, filosofa más pero no hay manera de hacerle levantar el trasero para que recoja una pelota. Tampoco le hables de rastrear una pista para encontrar el camino cuando vamos al campo - la última vez que se dio el caso me recomendó una marca coreana de GPS - y tengo la impresión de que si alguna fría noche me asaltan en la calle, él se alejaría parsimoniosamente para no perder detalle y poder explicarme después lo necios que somos los humanos resolviendo nuestros conflictos.
Milú estaba atento a su amo, le regalaba con su alegre y rápida devoción y, por encima, en cada episodio le salvaba la vida por lo menos en tres situaciones difíciles.


A veces pienso que preferiría tener otro perro.

- ¿Sabes? - dice Fusco interrumpiendo mi pensamiento.

- ¿Qué quieres ahora? - Le digo yo, pensando que lo último que me hace falta es otra de sus ingeniosas impertinencias.

- Nunca te cambiaré por otro amo.

Y mientras me dice esto se acerca desplegando una irresistible caída de ojos, se sube al sofá y apoya su cabeza en mi regazo.


A veces pienso que preferiría tener otro perro, pero sólo me dura unos segundos