sábado, mayo 10, 2008

Arte




Etienne Faulert, escritor tan genial como desconocido, nos invita a una inauguración en la sala de arte de Gianna Sistu en la rue de la Université 29, Paris VII..
Fusco me obliga a aceptar la oferta.

Son las siete de la tarde. Paris se oscurece al tiempo que se ilumina.

Etienne nos presenta a Veronique Lafoult, pianista autodidacta y antigua consejera en algunas de sus ya olvidadas disputas conyugales.
Bella. Ojos verdes. Un afortunado vestido negro de manga corta enfunda su cuerpo. Bebe vino.
Curiosa sin disimulo me pregunta si estoy de paso.

- Si, si no me muero, en ese caso me vería obligado a quedarme algún tiempo.

Se ríe y yo sonrío. Fusco escucha.

-¿Es usted español?
- Si, eso creo.
- ¿No está seguro?
- ¿Podemos estarlo de algo?
- Cuando sufro no dudo.
- ¿Y cuando ama?
- No estoy segura de que haya amado.
- ¿Pero si de que ha sufrido?
- Sin duda.

Siento. Me gusta.

- ¿Puedo invitarla a un croissant?
- Son las siete y media. ¿Podríamos rellenarlo con tomate y foie?
- Y mojarlo en limonada, si se tercia.
- Me ha leído el pensamiento.
- Seguro que si supiera hacerlo podría prescindir de los libros para el resto de mi vida.

Y con la misma naturalidad con la que Fusco, sabedor de que pronto habrá merienda, comienza a salivar, yo me enamoro.