martes, diciembre 26, 2006

Pléiades




Hace un frío que pela, aunque a Fusco parece traerle sin cuidado.
Está feliz. Siempre que le dejo conducir se embriaga de dicha. La admiración que este chucho parece dispensar a la tecnología automovílistica privaría de discurso al mismísimo Henry Ford.

Fusco coje el volante con una sola pata. Le gusta apoyar la otra en le ventanilla abierta. Al principio me asustaba un poco sobrepasar los cien kilómetros por hora en un coche conducido por un perro, en plena noche y con las luces apagadas.

- Para que queremos las luces si tengo una vista mil trescientas dieciséis veces más sensible que la tuya. Anda, no seas caguetas y ahorra batería.

Tengo que admitir que recorrer la carretera de Monforte, colgada entre la montaña y el río, a ciento veinte kilómetros con noche clara y sin luces produce una extraña, pero muy agradable sensación.

Al llegar al mirador sobre el río nos detenemos a observar las estrellas. Yo abrigado hasta el hermetismo y Fusco, como siempre. en pelotas.

- Fusco. ¿Crees en la amistad?
- Por supuesto, siempre seré tu amigo, mientras me des la comida. Aunque nunca olvidaré que la primera vez que vi las Pléiades estaba aquí, contigo.

3 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Siempre serás su amigo mientras puedas recordar un momento así, te de comida o deje de hacerlo. No podrás evitarlo porque no se puede ignorar a las Pléiades.

Eres un puñetero Fusco y tu "amo" ¿por qué te plantea esas preguntas?

1:38 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Prometí dejaros un mensaje de despedida en esta página y este es el lugar que me parece más adecuado.

No se si me echaréis tanto de menos como anunciáis o simplemente extrañaréis al único usuario de la oficina con acceso a internet y, por lo tanto, al Vigía.
En fin, me voy y me llevo mis cosas y este comentario habréis de leerlo cada uno en vuestra casa. Estaréis sólos en ese momento pero seguramente sonriendo porque no depende de la compañía el sentirse cerca de alguien.
Eso es lo que siento yo: separarse no equivale a olvidar y, mucho menos, cuando se han visto tántas estrellas juntos.
A partir de hoy, creceremos o no, tal vez engordaremos, alguno se quedará calvo y puede que nos hagamos viejos pero "el tiempo que has dedicado a tu rosa es lo que la ha hecho especial" dice el Principito.
Besos.

6:53 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Una vez encontré a un tipo extrañísimo.
Sonreía más de lo normal y hablaba mucho más que yo, aunque apenas contaba nada.
Conversador genial aunque con un sentido de la discreción incomodísimo.
Inquieto y ceremonioso hasta la incorrección.
Añade una sensibilidad tán aguda que raya lo racional a menudo.
Generoso e imaginativo de un modo que sólo se encuentra en algunos adolescentes.
Tiene el don de componer almas como los talismanes de los buenos gurús, aunque no tengo muy claro si ha conseguido salvar la suya.
Maneja un montón de teorías (no puedo imaginar un tema para el que no tenga opinión) que, de no convencer, sin duda son curiosísimas. Aun así, respeta y tolera casi todos los puntos de vista, incluso cuando arremete contra alguno.
Aventurero con reloj, impulsivo responsable, egoista complaciente, liberal categórico, coqueto despreocupado, fantasioso racional, cómodo apasionado, ...controvertido sin duda y un maravilloso ser humano en definitiva.

Las personas que viven como felices son realmente muy atractivas y "me arrimé".
Nunca hemos podido vernos mucho y, ya en conociéndonos mejor, tampoco hablamos tanto, pero cuando pienso en él sonrío y seguirá ahí mientras yo pueda recordar lo que me ha aportado.
No me apetece compartir los descubrimientos importantes pero puedo contar que, gracias a él, puedo escuchar a Debussy mientras escribo esto. Me ha enseñado a abrir ventanas.

1:11 a. m.  

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