jueves, diciembre 07, 2006

Mimos


Esta mañana estaba especialmente fría. Cuando llegué para ver Fusco no pude encontrarlo a la primera. Pensé que podría estar hablando por teléfono. En ocasiones se oculta para hablar - nunca he entendido tanta discreción. Otras veces, cuando no sale a recibirme, está bailando o recogiendo setas. Esta es una época muy propicia para las seta, estamos en otoño.
El cambio climático también ha afectado a las lluvias en Galicia. Ahora son más esporádicas, pero torrenciales. Más bien parecen tormentas tropicales. Una cantidad tan abundante de agua impide que el suelo pueda absorberla y se forman charcos con mucha facilidad. Para evitar empaparme los pies tengo que ir dando saltos buscando las zonas más secas. Cuando me ve saltar, Fusco se retuerce de la risa. Le parece absurdo caminar sobre dos extremidades teniendo cuatro. Dice que la naturaleza nos gastó una broma y que nosotros nunca hemos sabido entenderla.
Bien, no quiero alargarme: el caso es que iba yo brincando cuando las carcajadas de Fusco me señalaron con claridad el lugar en el que, cómodamente, retozaba con Trapo y le lamía las orejas.

- Parece que os gusta retozar.
- Y a ti hacer el indio - me espetó Fusco mientras Trapo sonreía complacida.
- ¡Coño, está lloviendo! - traté de justificarme.
- ¡Ah, claro! ¡Cuidado que es agua! ¡Puede que te mate!

Fusco me conoce bien, y no sólo a mi, sino a todos los humanos. En una ocasión me explicó que los perros se pasan mucho tiempo escuchando y que por eso son tan sabios, no como los humanos que más que en atender, nos preocupamos por hacernos notar y por eso somos tan torpes.

- Continúa mimando a Trapo - le dije, intentando desviar la conversación.
- Dirás mimándome -dijo mientras seguía lamiendo la oreja de su compañera con complaciente ternura.
- ¿Mimándote?
- Cuando uno regala a alguien con sus caricias y cuidados no hace, sino, intentar despertar el gesto del agradecimiento que le confirme en su ilusión de creerse importante para el otro. Puro interés, amiguito.

Me di media vuelta y me fui. Metí un pié en un charco.

1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Querido Fusco:
No hay duda de que eres un provocador y un reaccionario deliciosamente sutil. No obstante, no puedo más que estar de nuevo de acuerdo contigo y alegrarme de que seas un divertido militante de la escuela hedonista.
Frente a los que defienden el mimo desinteresado, coincido contigo en que el placer de mimar, o de ser mimado, está en la gratificante sensación que nos crea de ser importantes para el otro. Por eso defiendo el derecho a que me mimen y a mimar mientras a mi me guste. Y cuando ya no me apetezca, sólo espero que sea síntoma de que he encontrado alternativas más perfeccionadas para cultivar mi ego y no a consecuencia de un aislamiento absurdo, de una incapacidad o de una penosa insensibilidad.
Besos para Trapo y para ti.

4:30 p. m.  

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