lunes, octubre 15, 2007

Misterioso abrefácil







Como todas las tardes, Fusco y yo salimos a dar una vuelta. Yo me relajo, él otea mestizas.

De regreso a casa, a pocos metros del portal, el chirrido agudo de unos frenos me obliga a voltearme para ver como un coche está detenido a aproximadamente cuarenta y siete centímetros de un montón de naranjas que se desparraman sobre el asfalto. Una mujer oculta tras una pastina de color verde imperio brasileño recoge la fruta agachada sobre su pierna derecha. Sus delgados brazos rematan en cinco dedos perfectamente cinceladas que se mueven con la armonía de un ballet clásico ucraniano mientras aprehenden los levantinos frutos.
Acerco mi mano a una naranja no muy pesada -unos ochenta y tres gramos - la tomo y se la ofrezco a la mujer.

Un latigazo recorre mi miembro, y otro a mi miembro inferior izquierdo, no sé si es la ciática o simplemente la somatización de la sorpresa. Me levanto y confirmo que es lo segundo.
Reconozco esa piel amelocotonada color chocolate al 99% de cacao y esos ojos que parecen el negativo de una foto tomada al sol de mediodía en una isla de Vanatú.
Es una antigua novia de adolescencia. Hace tres años y cinco meses y medio que no la beso.
Me mira, me sonríe, me habla.


-¿Qué has hecho todo este tiempo?

-No mucho, ya ves - en ese momento, con una risa entre estúpida e idiota y decididamente nerviosa, trato de buscar a Fusco que está tumbado en la acera observando la escena con un rostro de aburrida incredulidad.

- ¿Me amaste?


En ese instante me doy cuenta de algo: hay vida en otros planetas.
Si es la casualidad lo que puede explicar esto, más sencillo es que se combinen todas las variables necesarios para crear una bacteria en una luna de Mercurio.


- A decir verdad...

- Calla - me interrumpe poniendo sobre mis labios un dedo que envía un misil a mi bulbo olfatorio en donde estalla en un millón de recuerdos gozosos.

- No quiero que me contestes - prosigue - Tengo que confesarte que durante años he vivido con la amargura del pecado en mi pecho. Yo te utilicé.


Sus enormes ojos se llenan de un brillo hipnótico. No existe nada aparte de su rostro y la música de su voz. No veo ni al autobús, ni a los dos motoristas de la pizza, ni la ambulancia del 061 que con sus sirenas enmudecidas intentan hacerse paso en el atasco.


- Desde niña sentí la llamada de la fe. Siempre quise ser monja pero mis esculturales formas, unidas a la perfección de mi rostro me jugaron desde la adolescencia una mala pasada. Clarisas, hospitalarias, descalzas, escolapias y trinitarias, todas, una tras otra dudaban de mi vocación y me recomendaron que antes de decidirme debía vivir y comprobar si realmente estaba destinada a una vida frívola como la que tienes tú, o por lo contrario mi meta estaba a otras alturas - mientras lo dice mira al cielo-
Me lancé a la vida, te me apareciste en aquel campeonato de mus y pensé que tú con tu locuaz seguridad, tu enorme atractivo sexual, tu inteligencia y belleza masculina podrías, por fin despejar mis dudas decantándome por la vida mundana. Salimos juntos te conocí de verdad, abrí los ojos, miré, vi y al cabo de tres semanas te abandoné y entré en el convento.
Ahora soy monja seglar postulante y soy feliz. La mitad masculina de la humanidad me ha perdido, pero gracias a ti Dios me ha ganado. Que Dios te bendiga y a mi me perdone.


Y aquella gacela de ébano, ahora transformada en virgen moreneta se aleja hacia la acera con su bolsa de plástico llena de naranjas.
Fusco se acerca reanimandome con inocentes mordeduras y entre pitidos e insultos nos acercamos a la acera.

- Tranquilo - me dice - no te preocupes por tu ego. No debe agobiarte perder lo que ya no tienes.

7 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Me parece un privilegio la oportunidad de reencontrarse periódicamente con los amores del pasado, averiguar qué ha hecho el tiempo con ellos y descubrir cómo te recuerdan.
Ni siquiera soy capaz de recordar a todos los míos sin esforzarme un poco.
No mantengo relación alguna con ellos y lo único que sé es que todos me odian. Sus motivos tendrán, desde luego.
Yo, en cambio, no puedo evitar simpatía al recordarlos aunque dudo que ninguno de mis sentidos se alborotase en un reencuentro, salvo el de la curiosidad.
Lo que si creo es que cuando te preguntan en tantas ocasiones "¿me has amado?" es posiblemente porque no has sabido hacerlo.
La última vez que lo escuché tomé la decisión de no engañar a nadie más. No he encontrado mi estado ideal, pero ya nadie me culpa de su infelicidad.

11:30 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Me cuesta creer que los amores del pasado "odien", al odio lo considero un sentimiento demasiado complicado como para eso.
El contínuo ¿me has amado? lo relaciono mas con la inseguridad del otro que con la insatisfacción.
Respecto al estado ideal.. quien sabe?.. o.. ¿porque tiene que ser en acompañado?
El estado ideal de ella es etéreo, igual hay que aliarse con algo así.
Yo misma, quizá tome mi decisión y me embarque rumbo a las misiones en África.
Por ahora, mis sentidos se alborotan con los reencuentros en el portal.
Me encanta la canción y ah! sobre todo: a la foto un 10.

5:10 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

En mi opinión, el estado ideal es la pareja y, de hecho, nada más descubrir nuestra sexualidad tendemos a emparejarnos.
Todos lo intentamos. ¿Quién no se ha enamorado alguna vez?
Algunos lo consiguen y otros se convencen de que no merece la pena.
Tal vez Benedicto XIII tenga el secreto de la felicidad del celibato pero ¿y si le propusieran afrontar el papado con una compañía incondicional, estimulante, inteligente, divertida, generosa y profundamente creyente, por supuesto?.
¿Las misiones?...Sí, a mi también se me pasó por la cabeza. Pero he de reconocer que Jeremy Irons aparecía más veces en mi fantasía que la madre Teresa.

PD. Mi más sincero respeto para Benedicto, Teresa y Jeremy. Los tres son brillantes en el proyecto que escogieron, aunque siento especial admiración por el último. Practicar el amor universal es de almas generosas pero sigo pensando que sólo las excepcionales llegan al "más difícil todavía": el amor de pareja.

12:37 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Uf.. que difícil me lo ponen con el recuerdo de Jeremy.
Y si algo está claro casi nunca se vive mejor y mas satisfecho que en amor y correspondido.
Apunto la posibilidad de las misiones, pero nunca descarto que sea el momento para un encuentro especial.
Quizá como a la protagonista de "mas alla del jardín", cuando piensas que todo está vivido. Aún quedan cosas por descubrir.

10:28 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

10 para la foto, 10 para la música y 10 también para los anónimos que colaboran.

11:49 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

¡Qué bonitos son los reencuentros con los amores pasados!, cuanta ternura guardan, de aquello que pudo ser y no fue, por la razón que fuera.
Siento discrepar del resto, pero mis reencuentros han sido agradables, dulces, cálidos, ...cómo ese poso de azucar, olvidado que queda en la taza, sin mover...

7:47 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

¡Qué bonitos son los reencuentros con los amores pasados!, cuanta ternura guardan, de aquello que pudo ser y no fue, por la razón que fuera.
Siento discrepar del resto, pero mis reencuentros han sido agradables, dulces, cálidos, ...cómo ese poso de azucar, olvidado... que queda en la taza, sin mover...
Y nos sorprende despues del amargor del café...

7:48 p. m.  

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